¿De qué hablamos cuando hablamos de estereotipos?

Estereotipar es asignar arbitrariamente ciertos hábitos, destrezas y expectativas a los diferentes grupos humanos sobre la base única de pertenencia a un grupo, sin tener en cuenta los atributos individuales y dando por sentado que lo que se atribuye al grupo es cierto.

Los estereotipos masculinos están ligados a actividades profesionales, al ámbito de lo público, del poder, designándose con los siguientes rasgos: actividad, agresividad, autoridad, valentía, riesgo, competitividad, dotes de mando, aptitud para las ciencias y amor al riesgo.

Los estereotipos femeninos van unidos a actividades de cuidado, al desarrollo de la privacidad, a la falta de control sobre el poder, siendo señalados a través de las siguientes peculiaridades: pasividad, ternura, sumisión, obediencia, docilidad, miedo, timidez, falta de iniciativa, tendencia a soñar, duda, dependencia, aptitud para las letras y debilidad. Podemos observar una clara relación entre los estereotipos masculinos y los femeninos con las carreras con altos porcentajes de varones y de mujeres.

El hecho de que dichas representaciones sociales estereotipadas no sean explicitadas no resta ni un ápice a la capacidad operativa de su función oculta o "invisible" en el proceso de socialización y de reproducción de las relaciones sociales y, de modo especial, de las relaciones sociales entre los sexos; de cara al mundo laboral definen qué actividades se consideran apropiadas para unos y para otras, con el agravante de que el estereotipo incorpora otro mensaje complementario: las mujeres representan esos papeles sociales asignados como si fuesen una elección personal, libre y voluntaria.

Fuente www.educaweb.com