“Creo que pensaban en mí como una especie de mezcla entre una delicada flor y una peligrosa enfermedad. Estaban en contra desde el principio. Creo que esperaban que fuese por ahí seduciendo a todos los hombres o algo así”, contó Dunbar en relación a las dificultades que tuvo para subir a los barcos y realizar sus investigaciones.
Trabajó en el Comité de Investigación de Defensa de Canadá en la década del 50, donde se especializó en el estudio del hielo marino y el análisis de las condiciones del Ártico para hacer sus aguas congeladas más fáciles de navegar. Aun cuando contaba con las condiciones y capacidades necesarias para hacer dichas investigaciones en el mar, por ser mujer tuvo innumerables trabas y negativas para subir a las naves, resultando casi imposible que la aceptasen.
“Había tanta gente en contra de mi participación que el asunto llegó hasta niveles de asistentes del ministro. Él debió decidir que probablemente era inofensiva”, cuenta la científica.
Proveniente de Edimburgo, se desarrolló profesionalmente en Canadá, país que le otorgó la Orden de Canadá. Formó parte de la Real Sociedad de este país. Fue directora del Instituto Ártico de Norteamérica y de la Real Sociedad Geográfica Canadiense, entre otros altos honores.
La historia y testimonio de Moira Dunbar, geógrafa y glacióloga, es una clara demostración de las enormes dificultades que las mujeres tienen que enfrentar en su carrera profesional en el campo científico, pero también una referencia de cómo es posible superar los obstáculos.
Conoce más sobre los desafíos y logros de esta científica a través de este enlace.
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