Elizabeth Garrett, nacida en Londres en 1836, decidió estudiar medicina desde muy joven. Un reto que en el siglo XIX en el Reino Unido parecía imposible de superar. Esta conversación entre Elizabeth y un doctor ha pasado a la historia como muestra significativa de las numerosas dificultades que enfrentó para acceder a una escuela de medicina: “¿Por qué no quiere ser enfermera?”, planteó el doctor, “porque prefiero ganar mil, en lugar de veinte libras al año”, contestó Elizabeth.
El ingreso a la carrera de medicina no fue nada fácil. Garrett se matriculó en enfermería en el Hospital Middlesex y comenzó a asistir a clases de disección y química hasta que sus compañeros le denegaron la entrada y abandonó el hospital.
Después de que el resto de hospitales la rechazaran por no admitir mujeres, Elizabeth pudo continuar sus estudios a través de la Sociedad de Boticarios, la única que no prohibía que las mujeres rindieran exámenes. Finalmente, obtuvo el grado de medicina en 1865, convirtiéndose en la primera mujer del Reino Unido en conseguirlo.
Los obstáculos en la carrera de Garrett no terminaron aquí: a la hora de encontrar trabajo ningún hospital la contrataba por ser mujer. Sin embargo, lejos de quedarse de brazos cruzados, Elizabeth abrió su propia consulta privada hasta llegar a transformarla en un hospital para mujeres en el que solo trabajaban mujeres. Por si fuera poco, en 1874, tras haber obtenido un doctorado en medicina en la Universidad de la Sorbona en París, cofundó la Escuela de Medicina para Mujeres en Londres.
Elizabeth Garrett, además, activó intensamente a favor del sufragio femenino y en 1908 se convirtió en la primera mujer alcaldesa de Gran Bretaña al ser electa para este cargo en la ciudad de Aldeburgh.
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